En la práctica diaria se observa que, cada día más, la población en general, y los padres en concreto, tienen más claro la educación dental de los hijos. Su propia experiencia con pérdidas dentales y/o molestias, junto con un aumento de la estética dental en el día a día ya sea en revistas, radio, televisión, han hecho que los padres insistan y se preocupen que sus hijos se laven los dientes todos los días.
Ahora bien, esta tarea ¿es bien aceptada por los niños?
Hay de todo, pero parece ser que la opinión mayoritaria de los padres es que no. Normalmente es una "lucha diaria" el "mandar a los niños a cepillarse los dientes".
Y en esas dos frases esta la clave:
"Una lucha diaria"
Lo que buscamos en un niño es que adquiera un hábito, es decir, que sea algo rutinario y que no necesite de "luchas" ni de "riñas". Un hábito se consigue cuando somos constantes en una tarea. Y la forma de conseguirlo es hacer saber al niño que lavarse los dientes es algo natural, como el comer o el dormir, algo que no necesita más explicación, simplemente es "algo normal". Por eso los padres deben comenzar desde que el niño es pequeño a convertirlo en un ritual a la vez que divertido. En los primeros años, la forma de decir las cosas es clave. Un "¡que bien que ahora toca lavarse los dientes! puede evitar futuras "luchas". Para ello es fundamental que la constancia venga de los padres, no se puede olvidar ni "perdonar". Un "hoy no hace falta que te laves los dientes" hace entender que es una tarea pesada de la cual le estamos liberando.
"Mandar a los niños a lavarse los dientes"
Es la otra frase clave que desde chico debemos corregir. Los niños en los primeros años ven a sus padres como modelos a imitar, también sus hermanos mayores cuando los tienen. Por eso es fundamental que los padres se cepillen los dientes con los niños, de esta forma creamos ese hábito y los niños ven que es normal lavarse los dientes al terminar de comer porque "mi papá y mi mamá también lo hacen". Des esta manera conseguiremos el doble objetivo de conseguir el hábito y a la vez controlar que el cepillado del niño es correcto, pues muchas veces los niños, por simple pereza, se cepillan los dientes pero mal.
Evidentemente, luego cada casa es un mundo al igual que cada niño, y estos pequeños trucos en formas de frases o de actos debemos adaptarlos a nuestra situación, claro está, analizando y siendo sinceros con nosotros mismos, sin buscar excusas del tipo "no tengo tiempo", pues la salud dental de nuestro hijo lo merece, además de nuestra propia tranquilidad pasado un tiempo, en el que el niño que tiene el hábito, en su busca de independencia, irá solo a lavarse los dientes sin que tengamos "lucha diaria" ni "mandarlo a cepillarse los dientes".